Cuidados de la piel en el verano
En verano nuestra exposición al sol aumenta considerablemente y con ello los riesgos sobre nuestra piel son cada vez mayores. Por eso, debemos tomar recaudos para cuidarnos aplicando la protección adecuada sobre nuestra piel para poder disfrutar del aire libre.
Es necesario tener en cuenta que los rayos del sol son uno de los factores potenciadores para el desarrollo del cáncer en la piel u otras enfermedades crónicas como la dermatitis.
Para entender mejor el problema de la exposición solar debemos abordar el asunto en dos dimensiones. Por un lado, está la acción de los rayos solares y su impacto directo sobre nuestra piel. En este punto, cabe aclarar que la luz del sol es esencial para la vida pero la sobreexposición genera un daño. Estas lesiones suelen con el tiempo acumularse y teniendo presente que la piel tiene memoria, recuerda todo lo ocurrido desde la niñez, como pueden ser grandes quemaduras.
Por el otro lado, tenemos el fenómeno de la radiación solar que en forma excesiva produce envejecimiento prematuro como las arrugas o manchas, y generan lesiones precancerosas como son las manchas rosadas que no se curan con el tiempo y producen cáncer de piel.
Factores de riesgo
Con respecto a los principales factores de riesgo asociados al cáncer de piel, es importante tener en cuenta las características fisonómicas y genéticas. Existen grupo de individuos más propensos a padecer este mal, los mismos son: tener la piel clara, cabello rubio o pelirrojo, ojos claros, antecedentes de quemaduras con ampollas en la infancia, presentar un número elevado de lunares o contar con antecedentes de cáncer de piel en la familia.
¿Cómo se puede evitar el daño solar?
Siempre, antes de la exposición solar, utilizar en todo el cuerpo protector solar de amplio espectro. Existen dos tipos de pantallas solares: las invisibles y las opacas. Las invisibles actúan atrapando la radiación ultravioleta protegiendo de esta manera la piel del daño solar.
Los protectores opacos previenen la absorción de toda la radiación solar. En general contienen óxido de Zinc o dióxido de titanio. Estos últimos son útiles, sobre todo, para la protección de los labios, la nariz y los hombros.
Los niños y niñas menores a seis meses de edad deben evitar completamente la exposición al sol y la única protección que pueden utilizar es la ropa adecuada, ya que no deben colocarse protectores solares en menores comprendidos en dicha edad.
Puntos a tener en cuentas al proteger piel en verano:
• Usar siempre protector solar acorde al tipo de piel.
• Tratar de evitar la exposición solar directamente en el horario de las 11 a las 17 horas.
• Usar prendas de vestir que cubran brazos y zonas del pecho, como remeras mangas largas, sombrero de ala ancha o gorros para proteger cuello, rostro y cuero cabelludo y utilizar anteojos con filtros UV.
• Usar protector solar para cuidarse de los rayos ultravioleta A que tengan FPS (factor de protección solar mayor a 30) y en pieles más sensibles, usar uno de factor 50 o superior.
• Aplicar protector solar 30 minutos antes de la exposición y renovarlo cada dos horas, sobre todo si estuvimos en el agua o realizando una actividad que provoque mucho sudor.
• Buscar lugares con sombra, como para protegerse en las horas pico de mayor luz solar. Tener en cuenta que los reflejos en la arena y el agua también producen daño solar.
• Recién nacidos y bebés menores de 6 meses no deben exponerse al sol.
• Menores de tres años pueden hacerlo pero con sumo cuidado y protección alta.
• Mayores de esta edad pueden exponerse un poco más al sol, ya que este es un productor de la necesaria vitamina D, pero siempre con protección y en los horarios menos dañinos.
• Tener una correcta hidratación ayuda a que los niveles de agua en la piel estén equilibrados, se vea fortalecida y flexible. Esto conlleva a que zonas más delicadas y finas del cuerpo, como puede ser el rostro, estén protegidas de agentes externos tales como el clima o la contaminación.
Lo fundamental son los chequeos
Es sumamente importante realizar chequeos de rutina con un especialista ya que permitirá identificar algún problema rápidamente y actuar de forma expeditiva evitándonos con una detección precoz.
Sin embargo, y sin desmedro de lo anteriormente dicho, como iniciativa propia podemos realizar periódicamente autoexámenes: revisar nuestros lunares y verificar si los mismos están más grandes o cambiaron su forma y color.